40 CONGRESO FEDERAL DEL PSOE

Sánchez pone a sus pies a un PSOE radicalizado y una militancia anestesiada

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Joan Guirado

Del ‘somos la izquierda’ del 39 congreso federal al ‘avanzamos’ del 40 han pasado cuatro años, una moción de censura, un gobierno en minoría,  un acuerdo de coalición con los radicales de Podemos y un retroceso electoral en las encuestas que preocupa en Ferraz y en Moncloa. De este conclave Pedro Sánchez ha salido a hombros, como un torero tras una gran corrida. «Es el puto amo» decía un dirigente en los pasillos del congreso. Lo es todo, sí. Sánchez ha puesto el PSOE a su servicio personal, con una militancia anestesiada que hacía años que no vivía tanta paz y tranquilidad interna.

Aunque esa paz de puertas hacía fuera no es la misma que de puertas hacia dentro. Los sondeos electorales no permiten bajar la guardia en la sala de máquinas de Ferraz. La marcha de Pablo Iglesias y la llegada de una moderada Yolanda Díaz a la izquierda del PSOE, y la recuperación en intención de voto de Pablo Casado, obligan a Sánchez a dar marcha atrás y devolver a los socialistas a la casilla de salida de 2014. A la misma en la que él llegó para radicalizarlo. A la de la socialdemocracia pura y dura que les hacía ganar con mayorías absolutas.

De hecho esa socialdemocracia la reivindicaron en sus discursos, este sábado, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Ambos presidentes no han compartido nunca el viraje hacía posiciones más extremas, que Sánchez adoptó, para luchar contra un Podemos que se llegó a pensar les podía dar un sorpasso que nunca se ha producido. Si ahora quiere mantenerse en La Moncloa tiene que volver al centro, sin estridencias y con sentido de Estado. Moderando su posición con Cataluña, de ahí que el área de política federal pase a llamarse de política autonómica. Y recuperando la derogación de la reforma laboral, que hace solo unos meses decía a Podemos que era imposible. Se trata de hacer equilibrios a izquierda y derecha, para que los últimos votantes de Zapatero vuelvan.

La presencia de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero junto al otro exsecretario general vivo, Joaquin Almunia, iba precisamente de eso. De centrar de nuevo al PSOE a la vez que se cerraban heridas. Hay quien se preguntaba si Felipe se había vuelto sanchista, pero no. En el anterior congreso Sánchez no era presidente y hoy sí. Y el andaluz guarda las formas, aunque sea mordiéndose la lengua en algunos momentos. Reivindicando, eso sí, el «derecho a la libertad de expresión y a ser críticos».

Horizonte 2023

De aquí a 2023 el PSOE se juega mucho. Prácticamente todo. Pedro Sánchez ha diseñado una ejecutiva de perfil bajo para que nadie le haga sombra. Situando a un hasta hace poco desconocido Félix Bolaños en la línea sucesoria para si en dos años tiene que abandonar el poder por la puerta de atrás. El ministro de la Presidencia será quien mandará en Moncloa y en Ferraz. Su hombre fuerte, ‘super Bolaños’.

La maratón electoral que producirá en apenas dieciocho meses será decisiva para la supervivencia política del resiliente Sánchez. Ls primer prueba de fuego la tendrá con su hombre en Andalucía, Juan Espadas, y las cosas no pintan bien. En las autonómicas el PP podría recuperar algunos territorios marcados en rojo como Extremadura, la Comunidad Valencia o Aragón. Y en las generales le podría robar hasta veinte escaños, gracias a la irrelevancia también de Ciudadanos.

«Ha vuelto el PSOE»

El fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba, homenajeado en el conclave de Valencia, se despidió de la secretaria general cuando dimitió, recordando que «somos el PSOE». Esa necesidad de reivindicarse ha vuelto ahora, ante la fragilidad del votante de izquierdas, con más oferta electoral que nunca. Los socialistas, que acostumbrados al bipartidismo han ido modificando sus postulados en función de sus intereses, vuelven a sacar a relucir las siglas con orgullo. «Ha vuelto el PSOE» presumen. Sin cuchillos ni machetes, en público. Con criticas internas, pero sin demasiado ruido. Del todos contra Pedro de 2016 al todos con Pedro de 2021. La incógnita será que pasará en 2023, si es que llega a entonces.

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